La influencia negativa del
estrés (mejor diríamos del distrés) en las aulas es obvia. Sin
embargo los profesores no lo prestan suficiente atención y , sobre todo , no
suelen crean climas educativos en los que el distrés esté fundamentalmente ausente . ¿Falta de formación?. Es
muy posible.
Presento una entrada del blog “Neurociencia”,
que creo aborda este tema con lucidez:
Fuente : Blog Neurociencia, Marta Bueno y José
R. Ramón
Algunos contenidos de esta entrada:
“…Lo
primero es llegar a clase sin estrés, preparados para disfrutar de nuestro
trabajo, sin dejar que papeleos y burocracias entren en el aula, con las
expectativas de conseguir lo mejor de nuestros alumnos y confiando en cada
alumno como un desafío único:
-No
hay reglas, pero se puede detectar el estrés en el aula en su primera fase y es
posible actuar.
-No
es tarea de un día, pero es fundamental crear vínculos entre nuestros alumnos y
nosotros, asegurarnos de que ellos saben a qué atenerse evitando
incertidumbres.
-Cuidar
el ambiente en el aula, crear sentimiento de grupo, promover el respeto entre
ellos, incluso teniendo en cuenta las diferentes sensibilidades de los alumnos.
Un alumno en modo supervivencia estará estresado y es muy difícil que atienda o
se relaje para hacer nada.
-Dar
importancia al sueño y a la alimentación, valorar el ejercicio físico como una
actividad útil para regular el estrés.
-Ser
siempre conscientes de que lo que proponemos como tarea es adecuado para
nuestros alumnos; una actividad que sobrepasa lo que el alumno da de sí genera
estrés, no aprendizaje.
-Impulsar
logros según la capacidad del alumno. Esto refuerza la motivación y puede
utilizarse como aliciente para aprender más.
-En
algunos momentos de la clase o del día, dependiendo de la edad de los alumnos,
dar un respiro. Es bueno levantarse de la silla y moverse, enviar al alumno que
ya conocemos inquieto a llevar algo a la clase de al lado, bajar al patio, etc.
-Gestionar
situaciones de estrés inevitable como alguna mala noticia, vuelta del recreo,
algún malentendido, discusiones en grupo, desacuerdo con el profesor, etc.
Recuerda, el adulto eres tú.
-Y,
sobre todo, estar atentos a nuestros chicos, a su estado de ánimo., a sus
circunstancias. Porque no vale de nada querer transmitir conocimiento si
nuestros alumnos no están bien. Nuestra destreza como docentes cuenta con
estrategias para detectar sus emociones y lograr por todos los medios que su
estancia en clase sea una experiencia positiva. Entonces sí, entonces podemos
aplicar todo lo que hemos aprendido y lo que quisimos ser el día que elegimos
esta vocación.”
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