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lunes, 11 de mayo de 2020





Estrés y educación




La influencia negativa del estrés  (mejor diríamos del distrés) en las aulas es obvia. Sin embargo los profesores no lo prestan suficiente atención y , sobre todo , no suelen crean climas educativos en los que el distrés esté fundamentalmente ausente . ¿Falta de formación?. Es muy posible.
Presento una entrada del blog “Neurociencia”, que creo aborda este tema con lucidez:



                Fuente : Blog Neurociencia, Marta Bueno y José R. Ramón


  Algunos contenidos de esta entrada:

“…Lo primero es llegar a clase sin estrés, preparados para disfrutar de nuestro trabajo, sin dejar que papeleos y burocracias entren en el aula, con las expectativas de conseguir lo mejor de nuestros alumnos y confiando en cada alumno como un desafío único:

-No hay reglas, pero se puede detectar el estrés en el aula en su primera fase y es posible actuar.
-No es tarea de un día, pero es fundamental crear vínculos entre nuestros alumnos y nosotros, asegurarnos de que ellos saben a qué atenerse evitando incertidumbres.
-Cuidar el ambiente en el aula, crear sentimiento de grupo, promover el respeto entre ellos, incluso teniendo en cuenta las diferentes sensibilidades de los alumnos. Un alumno en modo supervivencia estará estresado y es muy difícil que atienda o se relaje para hacer nada.
-Dar importancia al sueño y a la alimentación, valorar el ejercicio físico como una actividad útil para regular el estrés.
-Ser siempre conscientes de que lo que proponemos como tarea es adecuado para nuestros alumnos; una actividad que sobrepasa lo que el alumno da de sí genera estrés, no aprendizaje.
-Impulsar logros según la capacidad del alumno. Esto refuerza la motivación y puede utilizarse como aliciente para aprender más.
-En algunos momentos de la clase o del día, dependiendo de la edad de los alumnos, dar un respiro. Es bueno levantarse de la silla y moverse, enviar al alumno que ya conocemos inquieto a llevar algo a la clase de al lado, bajar al patio, etc.
-Gestionar situaciones de estrés inevitable como alguna mala noticia, vuelta del recreo, algún malentendido, discusiones en grupo, desacuerdo con el profesor, etc. Recuerda, el adulto eres tú. 

-Y, sobre todo, estar atentos a nuestros chicos, a su estado de ánimo., a sus circunstancias. Porque no vale de nada querer transmitir conocimiento si nuestros alumnos no están bien. Nuestra destreza como docentes cuenta con estrategias para detectar sus emociones y lograr por todos los medios que su estancia en clase sea una experiencia positiva. Entonces sí, entonces podemos aplicar todo lo que hemos aprendido y lo que quisimos ser el día que elegimos esta vocación.”



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