¿Cómo aprender más y mejor?
Diez estrategias de estudio y aprendizaje efectivas
Entrada del blog de Jesús C.Gullén : "Escuela con cerebro"
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Las diez estrategias que propone Jesús no agotan , por supuesto, las múltiples y complejas variables que intervienen en el aprendizaje pero creo conveniente resaltarlas porque pueden dar pie a analizar y mejorar nuestras maneras de aprender y enseñar.
Un resumen :
Saber aprender es uno de los factores más importantes del éxito escolar
Vamos a centrarnos, a continuación, en diez estrategias
de estudio y aprendizaje avaladas por las investigaciones científicas que
tienen una incidencia directa en la mejora del aprendizaje. En el contexto del
aula, cada docente debe encontrar las que le resultan más adecuadas para
atender las necesidades de su alumnado.
1. ¡Ponte a
prueba!
Cuando intentamos recuperar de la memoria conceptos,
hechos, destrezas…, estamos poniendo en práctica una estrategia de aprendizaje
muy potente (Adesope et al., 2017). Por ejemplo, al responder un cuestionario
intentando recordar lo más significativo del material estudiado. Y es que esta
es la esencia de la práctica del recuerdo o recuperación: hacernos preguntas..
2. Espacia el aprendizaje
El aprendizaje se optimiza
cuando se separan las sesiones dedicadas al estudio, en lugar de agruparlas, es
decir, mejor tres sesiones de 1 hora en días alternos que no 3 horas el mismo
día. Sin olvidar lo importante que es el sueño en el proceso de consolidación
de la memoria.
3. Mezcla la práctica de problemas o
temas
En general, cuando ya se ha
asimilado la idea básica sobre lo que se está estudiando, intercalar la
práctica con enfoques o problemas distintos alejará al alumnado de la mera repetición y le
facilitará un pensamiento más flexible, independiente y creativo. Y es que al
cerebro le encanta la variedad.
4. Hazte preguntas antes de estudiar
Relacionado con esta
estrategia estaría el aprendizaje vivencial (aprender haciendo). Meterte de
lleno en una tarea desconocida hará que se incremente mucho más la probabilidad
de que aprendas y recuerdes la solución que si empiezas pidiéndole a alguien
que te la enseñe. Y es que si los docentes nos excedemos en las explicaciones
podemos llegar a inhibir la curiosidad del alumnado.
Por ejemplo, los
estudiantes que están leyendo un texto desconocido sobre digestión humana,
pueden plantearse preguntas del tipo “¿Por qué la saliva debe mezclarse con la
comida para que se inicie la digestión?” Intentar responder a la pregunta
planteada les ayudará a integrar la nueva información en los conocimientos
previos (cuanto mayor sea esta integración mejor) y podrán generar nuevas
preguntas que les ayudarán a profundizar y reflexionar sobre el tema, lo cual
garantizará una mayor retención y comprensión de este.
6. Combina las
imágenes con las palabras
Nada
mejor para el aprendizaje eficiente del cerebro que recurrir a un enfoque
multisensorial que permita integrar el mayor número posible de conexiones
neuronales entre diferentes regiones cerebrales. Existen múltiples ejemplos
sobre esto, como es enseñar a los niños a leer haciéndoles palpar las letras
con los dedos: al unir el tacto con la presentación visual de la palabra, y con
el apoyo de su sonido, integran la información visual, auditiva y táctil.
7. Evita distracciones
Es
evidente que podemos realizar múltiples cosas a la vez, especialmente a nivel
motor. Sin embargo, cuando se trata de prestar atención o de realizar
determinadas tareas cognitivas, la cuestión es diferente, sobre todo con
relación a la eficiencia con la que las podemos desarrollar. Porque en
cuestiones atencionales, nuestro cerebro mejora su eficiencia si se centra en
las tareas de forma secuencial, una a una .
8. Haz parones
Algunas
veces es conveniente darle el descanso adecuado a nuestro cerebro. Sabemos que
el autocontrol es un recurso limitado y que no podemos estar plenamente
centrados en las tareas de forma continuada. Incluso, en muchas ocasiones,
llegamos a una situación de bloqueo al intentar resolver un problema o acabar
una tarea. En estos casos, es muy recomendable para mejorar la eficiencia
cognitiva, hacer los correspondientes parones.
Unos
pocos minutos para realizar unos simples movimientos o dar un pequeño paseo
pueden ser suficientes para optimizar la atención necesaria que requiere la
tarea posterior y mejorar el desempeño en ella.
O,
simplemente, realizar otra actividad que no guarde ninguna relación con lo que
estábamos haciendo (dormir la siesta, darnos una ducha, etc.) porque hay una
serie de mecanismos cerebrales inconscientes que siguen trabajando y nos pueden
ayudar a resolver la tarea anterior (pudiendo aparecer el famoso “¡eureka!”) o
afrontarla con más ideas.
9. Lee en voz
alta (y algo más)
La
autoexplicación consiste en explicarse a uno mismo, sea en silencio o en voz
alta, cómo se relaciona lo leído en un texto con lo que ya se conoce, tomando
conciencia de cómo se está desarrollando el pensamiento.
Es
una técnica que está directamente relacionada con la mencionada en el punto 5 (Plantéate
el porqué de las cosas), dado que ambas estrategias conllevan un
aprendizaje activo en el que los estudiantes reflexionan sobre lo que están
aprendiendo con las preguntas que se plantean, o expresando de otro modo la
información, con sus propias palabras, para una mayor comprensión de esta.
Se
ha comprobado que la producción oral propia puede permitir recordar mucho mejor
la información que la lectura en silencio. Parece que el estudio en voz alta es
beneficioso para el aprendizaje. Aunque
la simple lectura en voz alta de lo apuntado puede resultar insuficiente. De
ahí la importancia de añadir lo comentado sobre la autoexplicación para generar
la correspondiente reflexión que es necesaria para un aprendizaje profundo.
10. Enseña a otros
Una
estrategia muy útil en el aula cuando los docentes somos incapaces de explicar
de forma adecuada a un estudiante un determinado concepto consiste en pedir a
un compañero suyo, que sí que lo ha entendido, que se lo explique. En muchas
ocasiones, el alumno que acaba de aprender algo conoce las dificultades que ha
tenido para hacerlo mejor incluso que el propio profesor, al cual le puede
parecer obvio lo que aprendió hace mucho tiempo. Esta situación en la que los
alumnos se convierten en profesores de otros (tutoría entre iguales) beneficia
el aprendizaje de todos ellos. Los beneficios didácticos se deben a los
circuitos cerebrales de recompensa, que intervienen tanto en los procesos
asociados a la motivación individual como en las relaciones interpersonales. De
hecho, la simple expectativa de la acción cooperativa es suficiente para
liberar la dopamina que fortalecerá el deseo de seguir cooperando.
Y es que, efectivamente, nuestro cerebro es social. Hoy más que nunca
somos conscientes de la importancia que ello tiene en la educación y en la
vida.
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