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lunes, 19 de diciembre de 2016


¿Por qué China tiene el mejor y el peor sistema educativo del mundo?

Presento un artículo de José Antonio Marina publicado en  "El Confidencial "(5/1/2016) . Ante los éxitos de los colegios de Shangái en los resultados de  las pruebas PISA muchos nos preguntamos qué está pasando en la educación china . J. Antonio Marina nos lo explica de una manera clara. Su análisis nos lleva a una valoración contradictoria que es muy importante debatir.



                          

“Este es el título de un libro publicado por Yong Zhao, experto en educación, profesor de la Universidad de Oregón, nacido y educado en China: 'Who's Afraid of the Big Bad Dragon: Why China Has the Best (and Worst) Education System in the World'. Según él, “la educación en China ahoga la creatividad, extingue la curiosidad, asfixia al individuo, arruina la salud de los jóvenes, amarga a los estudiantes y a sus familias, corrompe a profesores y directivos, y perpetúa la injusticia y la desigualdad”. Sin embargo, sus estudiantes obtienen las mejores calificaciones en PISA.
Esta es la razón por la que menciono aquí este libro. Seguimos hablando de que Finlandia ocupa el primer lugar en el 'ranking' de sistemas educativos, pero cuando se incluyen en él los países orientales, no es así. Según el último PISA, en matemáticas el orden era Shanghái, Singapur, Hong-Kong, Taiwán, Corea del Sur, Macao, Japón, Liechtensein, Suiza, Países Bajos, Estonia y Finlandia. También en ciencias y en comprensión lectora las primeras plazas están ocupadas por países asiáticos. Todos ellos siguen el modelo educativo chino, basado en la repetición y la memoria. Esta disparidad entre lo que consideramos “mala pedagogía” y los buenos resultados, constituye lo que se ha denominado “la paradoja china”, que ha sido estudiada, entre otros, por John Biggs en 'The chinese Learner' y 'Teaching the chinese Learner'.
El éxito de la escuela china hizo decir al actual secretario de Estado de Educación norteamericano -Arne Duncan- que vivíamos un “momento Sputnik”, recordando que cuando la URSS lanzó su primer satélite, Estados Unidos sufrió la penosa experiencia de sentirse tecnológicamente superado, y se pusieron a trabajar frenéticamente para recuperar el liderazgo. Tras los resultados de China en PISA, muchas voces animan a copiar su sistema. En Estados Unidos tuvo un gran éxito el libro 'The Battle Hymn of the Tiger Mother', escrito por Amy Chua, una profesional de prestigio norteamericana de procedencia china, donde cuenta cómo educó a sus dos hijas como una “madre china”, decepcionada por la permisiva educación americana.




 Zhao advierte contra lo que considera que sería un tremendo error: “China representa una peligrosa amenaza (…). Si, abandonando sus propias tradiciones, los países occidentales adoptan el modelo educativo chino, posiblemente subirán de rango en las pruebas internacionales, pero perderán todo aquello que les ha llevado a la modernidad: creatividad, espíritu de empresa y una genuina diversidad de aptitudes”.
Un hecho como éste nos fuerza a revisar las pruebas PISA y a otra cosa aún más fundamental: evaluar atentamente los métodos educativos que estamos empleando. Es cierto que el aprendizaje puramente memorístico tiene mala fama, pero olvidar que la repetición es un medio indispensable para aprender con profundidad es un disparate. He leído estos días el libro de Daniel Doyle 'The Talent Code'. El autor ha visitado una serie de instituciones que tienen extraordinario éxito educativo, que son verdaderas “factorías de talento”: un destartalado club de tenis en Moscú que en los tres años anteriores ha producido mas jugadoras del 'Top 20' que el conjunto de Estados Unidos; una escuela en San Mateo (California) que en cuatro años ha transformado una escuela tradicionalmente retrasada en matemáticas en el 96% de éxito. Una academia de esquí en Vermont que en los últimos 40 años ha producido 50 campeones olímpicos. Le ha sorprendido ver la importancia que todas esas instituciones dan al entrenamiento repetitivo. ¿Estaremos olvidando algo?
El objetivo de este artículo no es contestar a esta pregunta, sino insistir en la idea de que los sistemas educativos no pueden estar en manos de aficionados o de ideólogos. Una nación necesita estar al corriente de lo que se hace en otros países, sopesar las evidencias, estar dispuesta a cambiar sus creencias educativas si resultan equivocadas, tener claro lo que quiere conseguir y explicárselo bien a los ciudadanos. Les pondré un ejemplo. Los currículos españoles son largos y caóticos. Cada Comunidad Autónoma puede determinar un porcentaje de la programación. El 45% las que tengan lengua cooficial y el 35% las que no lo tengan. Si creemos en que la educación tiene una base científica, parece lógico que la elección de los contenidos tenga que justificarse con gran rigor. Nunca he visto que esto se haga. Por esa razón, en el 'Libro blanco de la profesión docente' solicitaba la existencia de un Consejo pedagógico del Estado, encargado de asesorar sobre los currículos, su actualidad, la comparación con lo que se hace en otros países, el resultado de su aplicación. En Francia, existe el del Conséil Supérieur des Programmes. Ese consejo también debería informar a la sociedad de sus estudios y conclusiones, para que esta supiera a qué atenerse y tuviera confianza en quienes se ocupan de la educación de su juventud.” 







Uno de los comentarios al artículo:
"Una pequeña aportación personal por si pudiera ser de interés. Vivo en China y trabajo con chinos. Todos licenciados universitarios. Todos supuestamente bien formados. Todos con un nivel de cultura general alarmantemente bajo. Todos con muy poca curiosidad por cuanto les rodea. Atribuyo esas carencias a su sistema educativo. Dedican muchos años de su educación, pero muchos, a aprender a leer y escribir. Se necesita identificar y escribir correctamente al menos 3.000 caracteres para poder leer un periódico. No se considera "culto" a quien no domine al menos 10.000. Sucede, sin embargo, que cada vez que les pido que me escriban algo en caracteres tienen que tomarse su tiempo para hacer memoria. A veces, incluso, recurren al teléfono móvil. Y esto entronca con lo de la IA. Los chinos urbanos se pasan seis horas al día de media ante las pantallas de sus teléfono móviles y tablets, estadísticas recientemente publicadas. Cada vez que escriben en ellas o hacen una búsqueda en internet, lo hacen en pinyin, la transcripción fonética del chino mandarín a nuestro alfabeto, y la máquina se encarga de traducirlo a caracteres por ellos. En consecuencia, y a a fuerza de no escribir a mano, los caracteres so olvidan. ¿Un montón de años desperdiciados? Efectivamente, dale tu número de teléfono móvil a un chino, con sus once números, y no tendrás que repetirlo otra vez. Pídele que tome una decisión laboral y espera sentado. Hasta que llega el jefe ahí no pasa nada. Pero nada. Son eficientes y muy trabajadores, pero tienen la creatividad de una chincheta. Hay muchos padres conscientes de ello, y por eso obligan a sus hijos a estudiar piano, para desarrollar un espíritu humanista, digamos, pero la mayoría de los chavales estudian piano a desgana, pues supone un trabajo extra a sus extenuantes jornadas escolares. El sistema, además, fomenta una competitividad salvaje que margina a los menos hábiles, o a los menos hábiles para lo que exige el sistema. No sé si me explico. Un saludo. "









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